La plana de la montaña

Llegué refunfuñando por lo bajo, tanta zarza me había hecho pequeños estropicios en mi camisa, y tanto tropezón me había dejado avergonzada. Por fin, cuando llegamos, miré a Shane con una sonrisa, tumbándome a su lado, mirando el cielo estrellado.

Lo abracé con delicadeza, mientras apoyaba mi cabeza en su pecho, como si fuese una almohada y como si estuviera abrazando a un peluche. Cerré los ojos sonriente...
-Estamos desapareciendo todo el día -susurré- ¿Lo sabes, verdad?

Reí entre dientes acercando mi nariz a su cuello, y acariciandolo con ésta.
-Yo tampoco me iré -admití aspirando el aroma de su pelo moreno.

-No te quedarás solo -aseguré suspirando, expulsando un poco de aire templado por mi nariz a su cuello.
Entrelacé los dedos de mi mano derecha con los de su mano libre.

Un escalofrío recorrió mi columna vertebral al estar tan juntos, sin poder separarnos. Comencé a cantar en voz muy baja, cerca de su oido, una canción que había escrito hace poco, donde hablaba de lo nuestro con esperanza que se cumpliera, ya que entonces creía que era algo imposible.

Mi canto era apenas un susurro que se lo llevaba el viento. En ocasiones, me mordía el labio inferior y lo miraba de reojo, pero no paraba de cantarle esa canción hasta que se acabara por si sola...

Escuché cada uno de sus susurros cerca de mi oreja, besé su barbilla con delicadeza, para luego besar sus labios con dulzura y susurrarle entre beso y beso otro "te quiero".

Rodeé la muñeca en la que tenia su reloj con una de mis manos y la llevé a mi rostro, para acariciar la base de su mano con mi mejilla.
-Menudo comienzo -dije sonriendo, aunque la verdad no me importaba demasiado- Tú también te estas saltando la cena -le recordé- Brown te matará.

Le seguí aquel beso todo lo que pude, sin evitar sonreir y acunar su rostro entre mis manos, mientras me ponia encima de él, bajando mis manos para abrazarlo.

Llegué hablando por mi teléfono movil, me había perdido por las afueras del campamento, genial.
-Mamá, ¿es que no me has escuchado? -murmuré en voz baja pero histérica- Se me ha olvidado la laca -inflé los mofletes como una niña- y no hay ninguna chica que se arregle como yo, nadie me entiende.
Rodé los ojos.
-No, no me quiero ir.
Suspiré cerrando el telefono de golpe, rodando los ojos. Me apoyé en un árbol y vi a lo lejos una pareja besándose, giré mi rostro un poco quedándome mirandolos pensativa, y cuando me di cuenta de quien era, no pude evitar quedarme perpleja, parpadeando un par de veces.

Sonreí sin muchas ganas, algo picada porque ese fuera Shane, pasé mi lengua desde mis muelas hasta mis colmillos y de ahí al otro lado, cruzandome de brazos y apoyándome en el arbol.
-El que no quería compromisos -me dije a mi misma en voz baja, fijandome bien en la cara de aquella chica, la cual odiaria por quitarme a mi Shane.

Me aparté un poco de Shane para mirar su rostro con una sonrisa. Sus ojos parecían de color plata por la luz de la luna, estaba mas contenta que nunca...